Me apasiona la noche, me apasiona su olor, su lozanía, su desnudez , su apacibilidad frecuentemente reprimida por los seres de esta tierra. Me apasiona su libertad. Su madurez redundada por tantos años de experiencia. Pero por encima de todo, lo que más me apasiona de la noche es su color, su belleza cósmica, su oscuridad destellada por la valiente luz de la luna.
De noche me apasiona tumbarme, preferiblemente cansado, cerrar los ojos, volar libre en mi propia oscuridad, iluminar esa oscuridad con mis ideas, mis pensamientos, mis cuentos espontáneos, mis poesías repentizas, mis proyectos, mis recuerdos, mis reflexiones. Me apasiona indagar en cada rincón de mi mente, me apasiona amontonar todos los tesoros encontrados, me apasiona pensar que si encontrara la manera de proyectar todo lo que veo cuando cierro los ojos, podría perfectamente inundar de arte cualquier planeta. Me apasiona pensar que puedo encontrar la manera de hacerlo, pero no puedo. Son tantos los elementos que bailan por mi mente todas las noches, que se me hace muy difícil aferrarme a uno en concreto.
Así que escojo el camino más fácil; Soñar.
Todos esos elementos de mi mente, que no son más que el fruto de un cóctel de imaginación y oscuridad, se los regalo a los Sueños, los cuales llevarán el timón de mi mente cuando el Sueño, tutor legal de los Sueños, me deje inconsciente. Será entonces cuando los Sueños agarrarán los tesoros que les había prestado anteriormente, y harán un montaje, que aun estando inconsciente, viviré como si fuera la mismísima vida real.
Normalmente los Sueños se portan bien, e iluminan el sueño, lo hacen apetecible, hacen incluso que maldigas haber entrado en sí, haberte despertado.
Pero a veces con los Sueños, pasa como con la luna por las noches, que decide no salir. Y cuando no sale, su poderosa luz pasa a ser substituida por la mísera luz de las farolas, contaminante, tremendamente inferior en todos los aspectos. La luz de las farolas, esa que desprende más tristeza que luz.
Con los Sueños, a veces, también te quedas a oscuras. A oscuras de verdad. A veces los Sueños se llegan a convertir en auténticas pesadillas. Te hacen sufrir, te hacen sentir estafado, por haber cedido los mejores tesoros de tu mente, a algo tan infernal como una pesadilla .Te hacen maldecir tu capacidad de soñar, te hacen querer ser tu el responsable de tus sueños, te hacen agradecer haber vuelto a la vida real, haberte despertado al fin.
Pero en el fondo, las pesadillas también son necesarias, porque sin la tristeza en esta vida, las alegrías no tendrían valor. Y el hecho de que la luna decida no salir alguna noche, es disculpable, por la belleza de la plenitud dada la noche anterior.
Y todo ese mecanismo tan cautivador, está regido nada más que por la Imaginación. La parte más maravillosa y fascinante de nuestra mente. La imaginación, la luna que destella las noches y les da su mejor sonrisa. La imaginación, que te permite salir volando en cualquier momento, sin necesidad de alas. La imaginación, la que te permite flotar dentro de tu mismo ser. La imaginación la que te lo da todo, aun sin recurso alguno para tener nada. La imaginación, el poder más ineludible de los humanos. La imaginación, principal responsable de todas y cada una de las palabras anteriores.
De noche me apasiona tumbarme, preferiblemente cansado, cerrar los ojos, volar libre en mi propia oscuridad, iluminar esa oscuridad con mis ideas, mis pensamientos, mis cuentos espontáneos, mis poesías repentizas, mis proyectos, mis recuerdos, mis reflexiones. Me apasiona indagar en cada rincón de mi mente, me apasiona amontonar todos los tesoros encontrados, me apasiona pensar que si encontrara la manera de proyectar todo lo que veo cuando cierro los ojos, podría perfectamente inundar de arte cualquier planeta. Me apasiona pensar que puedo encontrar la manera de hacerlo, pero no puedo. Son tantos los elementos que bailan por mi mente todas las noches, que se me hace muy difícil aferrarme a uno en concreto.
Así que escojo el camino más fácil; Soñar.
Todos esos elementos de mi mente, que no son más que el fruto de un cóctel de imaginación y oscuridad, se los regalo a los Sueños, los cuales llevarán el timón de mi mente cuando el Sueño, tutor legal de los Sueños, me deje inconsciente. Será entonces cuando los Sueños agarrarán los tesoros que les había prestado anteriormente, y harán un montaje, que aun estando inconsciente, viviré como si fuera la mismísima vida real.
Normalmente los Sueños se portan bien, e iluminan el sueño, lo hacen apetecible, hacen incluso que maldigas haber entrado en sí, haberte despertado.
Pero a veces con los Sueños, pasa como con la luna por las noches, que decide no salir. Y cuando no sale, su poderosa luz pasa a ser substituida por la mísera luz de las farolas, contaminante, tremendamente inferior en todos los aspectos. La luz de las farolas, esa que desprende más tristeza que luz.
Con los Sueños, a veces, también te quedas a oscuras. A oscuras de verdad. A veces los Sueños se llegan a convertir en auténticas pesadillas. Te hacen sufrir, te hacen sentir estafado, por haber cedido los mejores tesoros de tu mente, a algo tan infernal como una pesadilla .Te hacen maldecir tu capacidad de soñar, te hacen querer ser tu el responsable de tus sueños, te hacen agradecer haber vuelto a la vida real, haberte despertado al fin.
Pero en el fondo, las pesadillas también son necesarias, porque sin la tristeza en esta vida, las alegrías no tendrían valor. Y el hecho de que la luna decida no salir alguna noche, es disculpable, por la belleza de la plenitud dada la noche anterior.
Y todo ese mecanismo tan cautivador, está regido nada más que por la Imaginación. La parte más maravillosa y fascinante de nuestra mente. La imaginación, la luna que destella las noches y les da su mejor sonrisa. La imaginación, que te permite salir volando en cualquier momento, sin necesidad de alas. La imaginación, la que te permite flotar dentro de tu mismo ser. La imaginación la que te lo da todo, aun sin recurso alguno para tener nada. La imaginación, el poder más ineludible de los humanos. La imaginación, principal responsable de todas y cada una de las palabras anteriores.
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